miércoles, 28 de marzo de 2018

Sobre las cosas que me han alegrado el pasado mes


Siento que el mes de marzo ha sido bastante productivo y lleno de eventos. Ha sido el típico mes que te esperas que pase sin pena ni gloria pero que acaba resultando interesante y ello gracias a lo siguiente: 

1. La despedida de soltera de L

Después de raptarla disfrazada de zanahoria nos fuimos a la Cerdaña a pasar el finde para celebrar por todo lo alto su despedida del mundo no matrimonial. La verdad es que estuvo genial porque nos organizamos entre sus amigas del cole, de la uni y del trabajo y nos entendimos súper bien, como si nos conociéramos de toda la vida. Tengo que decir que L, que es argentina, no deja de hablar ni un segundo de sus días de modo que en el fondo todas conocíamos la vida de las demás. 

Fue genial pasar un finde entre un grupo de 12 chicas, comiendo cualquier cosa azucarada y de chocolate, bebiendo, jugando a tonterías y hablando de chicos. Terpéutico. Además el componente "boda" siempre añade cierta emoción al tema...

And the best is yet to come!


2. Comprarme nuevo skin care


Este invierno mi piel ha resentido muchísimo el frío y ha estado súper mega ultra reseca. Pensé que esa era una buena excusa para pasarme por Kiehl's (una marca que me flipa por su estética, por lo gustosos que son todos los productos y porque, según dicen, son naturales) y comprar algunas cositas. En realidad tengo comprobado que cambiar mucho de cremas no funciona pero si os soy sincera, llevaba usando la misma combinación desde hacía más de un año y notaba que mi piel quería algún cambio (o mi mente me convenció de ello). 

Al final me decidí por un sérum hidratante y un contorno de ojos, que en realidad era lo que realmente necesitaba. No son nada sofisticados y precisamente eso es lo que más megusta. Me quedé con ganas de comprar una mascarilla (también hidratante) de caléndula pero pensé que dentro de unas semanas me hará más ilusión. Es bueno repartir las compras. 

Desde que uso los nuevos productos mi cara está hidratada y, qué os voy a decir, en general me encanta mi nuevo ritual diurno y nocturno. Ya os contaré dentro de un tiempo cómo me funcionan.

Así de bonitos son...


3. Ir al cine el domingo por la noche


El sábado pasado hizo un día terrible en Barcelona: no paró de llover en todo el santo día. Consecuentemente no salí de casa y el domingo estaba que me subía por las paredes. 

Con J nos animamos a comprar entradas para ir a ver "The shape of water" a las ocho de la noche y fue una gozada. Siguiendo nuestra tradición, nos compramos un pack de palomitas dulces y saladas para cada uno (nunca compartimos, eso sería una guerra) y salimos del cine sobre las 10 de la noche, "cenados" y listos para irnos a dormir. La verdad es que me parece una manera perfecta para alargar un poco el finde.

En cuanto a la peli, me limitaré a decir que no nos convenció mucho; pero eso da igual. 

Nunca dejaría que J me robara las palomitas como lo hace la chica de la foto. Él se come las suyas antes de que la peli empiece y luego roba las mías. Injusticias. 

4. Empezar a hacer yoga


Hace como un mes y medio me apunté a un nuevo centro de yoga que aún estaba en construcción. Por fin lo inauguraron hace un par de semanas pero estuve enferma y hasta hoy no he podido ir a mi primera clase. 

Había hecho yoga unas pocas veces y de forma salteada de modo que tengo muchísimas ganas de practicarlo regularmente. Creo que es una actividad muy interesante porque relaja un montón a la vez que se trabaja el cuerpo (os juro que cansa y que los músuculos duelen). A mí me va a venir genial; estoy convencida de ello. Además me lo tomo como un challenge: me apetece ver cómo evoluciona mi cuerpo y cómo gano en disciplina, flexibilidad, fuerza y equilibrio. 

Ojalá me convierta en una de esas personas que van por la vida con la espalda recta y tienen todos los músculos del cuerpo tonificados y esbeltos y viven una vida saludable y plena. Yo lo veo. 

La pose del pez me cuesta un montón.

¿Cómo ha sido vuestro mes de marzo?, ¿lo habéis aprovechado?

Hasta pronto, 

X. 



domingo, 18 de febrero de 2018

Cambios, cambios

Últimamente (a.k.a. desde que empezó el año, más o menos) he estado pensando en varias cosas con el objetivo de cambiar (¿y mejorar?) un poquiiiiiiiiito mi día a día:

Un hábito retomado: de lo mejor que me he llevado con el cambio de trabajo (sí, he emigrado de un despacho de abogados a otro) es que he ganado tiempo. Por muy glamuroso que eso sonase en mi cabeza, la verdad es que no hago mucho más que llegar a casa, ponerme la ropa de estar por casa (nunca el pijama, please) y descansar. Antes descansaba mirando series pero ahora ya no termino tan exhausta y he conseguido volver a leer. No sabéis lo contenta que estoy. De momento he leído los siguientes  libros (que os recomiendo muchísimo): 

- Agua Salada, de Charles Simmons;













- Les Closes, de Maria Àngels Anglada;













- So good they can't ignore you, de Cal Newport (os dejo también el enlace en español).













Decídme si os gustaría que hiciera reviews sobre estos libros (u otros que lea)!

Un nuevo hábito: me he apuntado a yoga en un nuevo centro en Barcelona que está a punto de abrir sus puertas al público. Aún no he empezado las clases pero mis amigas me regalaron esta esterilla y estoy emocionadísima por empezar a practicar tres veces por semana (ese es mi propósito, ya os contaré cómo se materializa). Estoy convencida que mi dolor de espalda mejorará, que iré por la vida más relajada y que tonificaré cada musculito de mi cuerpo. 


Una nueva forma de ver la realidad: chicos, he descubierto el minimalismo. Había oído algo pero, tambíen gracias a que ahora tengo más tiempo, he podido informarme sobre esta manera de ver la vida y entender las cosas. Me gustó mucho el documental de Netflix titulado "Minimalism", en el que dos amigos explican su transición de una vida llena de cosas, ropa y necesidades a una vida con súper pocas posesiones materiales pero, asegura, mucho más rica a nivel personal. También estoy absolutamente enganchada al canal de youtube de Jinti Fell, una chica australiana que vive junto con su novio y su bebé de dos años en una caravana. Ambas historias me parecen extremas y no aspiro a implementar un cambio tan radical en mi vida. Sin embargo, estoy contenta porque he limpiado mi armario, ahora me pienso y repienso muuuuuuuucho cualquier adquisición de ropa/zapatos/complementos y sobre todo, he conseguido estar más satisfecha con lo que ya tengo. Hace ya meses que intento practicarlo y la verdad es que aún me cuesta un esfuerzo dejar de pensar en que "necesito unas botas nuevas" y cambiar el pensamiento por "no necesito más zapatos porque ya tengo esos, aquéllos, aquéllos otros para cuando tal, etc..." pero me siento menos atada a las cosas y al dinero, de verdad os lo digo. Además me gusta tener espacio y no perder tiempo ordenando y organizando mis millones de posesiones.


Mis alimentos: hace mucho tiempo que me rondaba por la cabeza decidirme a tomar la decisión de reducir drásticamente la cantidad de carne y pescado que como. Hace ya años ví los documentales Cowspiracy y What the Health (ambos están en Netflix), que explican los terrores de la carne animal: sus consecuencias en nuestra salud, a nivel medioambiental, los intereses detrás de la industria cárnica, etc. La verdad es que el tema siempre me ha parecido interesante pero no me atrevía a volverme vegetariana. No me convence esto de no comer carne y/o pescado nunca jamás de los jamases. 

Ahora (alentada por mi hermano) he visto cuál es mi mejor opción: he decidido que voy a dejar de comer carne/pescado en la medida de lo posible. Eso quiere decir que siempre que pueda, escogeré opciones vegetarianas. Eso también quiere decir que por nada del mundo me convertiré en esa amiga que llega a tu casa cuando ya tienes la cena preparada y te dice que no come carne o que el cerdo no le sienta bien. Creo que reduciendo el consumo de esos alimentos en mi vida diaria ya hago suficiente. Nothing extreme, people, nothing extreme. Y no os preocupéis, ya sé de dónde sacar mis proteínas (legumbres, quinoa, tofu...). De todos modos, si me pudieráis recomendar libros de recetas o explicativos me iría genial.


En general, creo que he conseguido usar mi tiempo libre de forma más consciente y así lo aprovecho mucho más. En los dos últimos años mi calidad de vida había caído en picado: era incapaz de leer, no me concentraba en nada, necesitaba estar con un vídeo o instagram contínuamente, compraba demasiado y me alimentaba mal. 

No quiero caer en tópicos y volverme anti-todo pero estoy contenta porque me da la sensación que me encamino hacia una vida un pelo más sosegada, y eso ya es mucho. 

Hasta pronto,

X.

domingo, 4 de febrero de 2018

Sobre el trabajo

He llegado a la conclusión de que nuestra generación tiene una visión sobre el trabajo súper diferente a la que tenían nuestros padres. Nuestro mundo es mucho más grande, somos más flexibles y no tenemos miedo: "si no soy abogada, podré ganarme la vida de otra manera". Valoramos más nuestro tiempo libre y nuestras ambiciones personales (no tan profesionales). Entonces estancarnos en la vida de oficina nos frustra y nos enfada. Somos infinitamente menos fieles a las empresas que nos contratan: saltamos de sitio en sitio buscando el mejor postor, a ver quién nos da más. Sabemos que estamos muy preparados y queremos explotar nuestro potencial de la manera más óptima y positiva posible. Suena maravilloso pero la realidad, por lo que hablo con mis amigos, es que todos nos sentimos perdidos: tenemos tal obsesión en conseguir el trabajo perfecto (flexible, con tiempo libre, bien remunerado, creativo, internacional) y tenemos tantas opciones a nuestro alcance que nos bloqueamos y nos perdemos. 

Creo que nos estamos olvidando de algo importante: nos guste o no (y yo es algo que llevo ciertamente mal) el dinero es esencial, básico, imprescindible. Nos da estabilidad y nos permite hacer  lo que queremos. Y creo que camino a los treinta (cuando empezaremos a pensar en adquirir una vivienda, en formar una familia, en invertir en un negocio propio...) seguramente nos daremos cuenta de que sin un sueldo no podremos comprar la casa que nos gusta o en el barrio que nos parece cómodo y agradable, y muuuucho más importante: sin cierta estabilidad económica no podremos dar a nuestros hijos aquello que nos parece que es lo mejor. Como dice mi madre, el dinero, al final, nos da la posibilidad de escoger.  

Me da la sensación que, sin resignarnos a tener cualquier trabajo y sin acomodarnos en lo primero que encontramos, deberíamos empezar a pensar en que a lo mejor el trabajo que ahora mismo no nos da grandes satisfacciones ni nos da "la felicidad" en realidad nos puede aportar cosas igual o más importantes. Me da la sensación de que las prioridades nos irán cambiando y que deberíamos intentar positivizar tanto como podamos nuestro trabajo. A lo mejor no es nuestra gran vocación, a lo mejor no nos da flexibilidad horaria, a lo mejor no tenemos muchos días de vacaciones...pero oye, nos permitirá llevar a nuestros hijos al colegio que nos parezca bien, o simplemente nos permite ahorrar un poco cada mes para ir construyendo un futuro.

He hecho un cambio de chip. Ya no estoy obsesionada en que no sé qué quiero hacer, ni qué quiero ser. Ya no me estanco en el "solo sé que esto no me llena ni me hace feliz". Esta búsqueda me generaba una ansiedad terrible y me sentía perdida: no sabía ni por dónde empezar. 

Ahora mi objetivo es centrarme en estar muy cómoda haciendo lo que hago. Quiero continuar aprendiendo y, sin olvidarme de que el trabajo es uno de los pilares de mi vida y que es importante que nos guste mínimanente, intentar positivizarlo pensando que me ofrece la oportunidad de poder tener la vida que quiero. Yo, por ejemplo, soy muy creativa. Estar en una oficina hace difícil explotar esa parte de mí y eso me frustra. Ahora intento dedicar mi tiempo libre a pintar o escribir. También dedico mi tiempo libre a satisfacer mi ambición trabajando en proyectos que me dan alas y oxígeno para poder llevar mejor mi vida de oficina. 

La clave está en limitar el papel que el trabajo tiene en nuestras vidas. Mi gran cambio fue conseguir (y madre mía lo que me costó) que mi trabajo no ocupara el centro de mi vida: aunque entre semana me tome la mayoría del tiempo y de la mente, mi cambio de chip ha sido radical: el trabajo es eso, trabajo. Le dedico toooooodo mi esfuerzo y ganas pero solo entre semana. El sábado y el domingo me los tomo para mí. Ya sé que suena muy obvio pero yo, aunque no estuviese físicamente trabajando en fin de semana, le dedicaba mucho tiempo de otras maneras: hablaba de mis compis, de mis jefes, de lo que más me molestaba y de lo que odiaba con todas mis ganas. Ahora no gasto ni un minuto de mi finde en hablar de curro: me niego. 

Ojalá consiga balancearlo todo. Ojalá pueda disfrutar de mi trabajo aunque no sea mi gran vocación.  Ojalá aprenda realmente a compartimentar y pueda separar mi tiempo libre del tiempo de trabajo. Creo que en unos pocos años valoraré tener una estabilidad que me permita ir consiguiendo todo lo que quiero y darle a mis hijos aquello que me parezca mejor.

No os penséis que me resigno; al contrario. Precisamente porque somos una generación valiente y mucho más independiente creo que tenemos que ser capaces de valorar lo bueno de cada cosa. No tengamos miedo: si vale la pena empreder, emprederemos; todo llegará. Tenemos criterio suficiente para decidir cambiar radicalmente de profesión si lo que hacemos ahora mismo no nos gusta nada. Todo ello sin olvidar qué queremos conseguir y que seguramente el trabajo, aunque no sea ideal a primera vista, acabará siendo perfecto porque nos permitirá llegar a ello.  


¿Qué creéis vosotros?, ¿cómo enfocáis vuestra vida profesional?

Hasta pronto, 

X.
 

lunes, 29 de enero de 2018

Sobre cómo ahorrar

Después de dos años y pico trabajando (sin contar periodos de prácticas), creo que he perfeccionado una buena técnica de ahorro. La verdad es que no tiene ningún misterio pero como a mí me costó aprender a ahorrar y ahora estoy contenta de poder tener un rinconcito en el banco, he pensado que os podría interesar. Estos son los puntos que necesitáis saber:

1. ¿En qué gasto habitualmente?

Hace no más de un año me di cuenta de que no tenía ni idea de lo que gastaba cada mes. Tenía claro que no gastaba todo lo que ganaba (thanks God) pero tampoco sabía muy bien cómo podía ser que gastara tanto dinero en solo unas semanas. 

Para solucionar esa situación de absoluta ignorancia sobre mis finanzas, lo primero que hice fue apuntarme durante un par de meses todo (y cuando digo todo es TODO) lo que gastaba. De esta manera conseguí dos cosas: 

1) descubrir exactamente cuáles son mis gastos fijos: puede parecer mega fácil saber cuáles son las facturas que te llegan cada mes sin excepción pero al menos a mí se me olvidaban cosas (la cuota del colegio de abogados, spotify, gasolina...) y 

2) descubrir mis "conceptos" y más o menos el dinero que gasto en cada uno de ellos. 

2. ¿Cuáles son mis "conceptos"?

Te recomiendo que una vez hayas analizado cuáles son tus gastos, intentes dividirlos en conceptos o categorías. 

En base a la vida que llevo, divido mis gastos en las siguientes categorías: 

- comida: súper y mercado
- piso: alquiler, limpieza y gastos extras sobrevenidos 
- comidas fuera de casa
- médicos: mutua, fisioterapia, farmacia, dentista 
- cuota mensual de móvil
- gasolina y peajes
- yoga
- extra para mí: ropa, cine, conciertos, excursiones

Esta clasificación ayuda mucho a ver en qué gastamos más y dónde podemos ahorrar; ahora veras por qué.  

3. ¿Cuánto es razonable gastar en cada concepto?

Esta es mi parte favorita: una vez hayas analizado tu manera de invertir el dinero, asigna una cantidad a cada uno de tus conceptos.  

En mi caso, me puse un challenge a mí misma e intenté reducir los gastos que me parecían ahorrables: reduje lo que gastaba en ropa, en belleza y en comidas fuera de casa. Eso sí, la clave de todo fue fijarme una cantidad que pudiera cumplir (con un poco de esfuerzo y siendo consciente de cada euro que gasto) pero que me permitiera vivir cómo a mí ahora mismo me apetece.

El total de estas cantidades asignadas a cada uno de los conceptos son, para mí, mis gastos "fijos". Por lo tanto, según si quiero ahorrar más o menos me permito tener cantidades asignadas a ciertos conceptos o no. 

Lo bueno de este método es que te permite decidir exactamente cuánto quieres ahorrar y cuánto dinero gastarás sí o sí. Puede que para tí comprarte cremas de la cara, ir al cine o comprarte libros sea súper importante y por lo tanto tiene sentido que asignes una cantidad a ello para contarlo como un gasto que harás siempre. Puede que tengas en mente un viaje o mudarte de piso, entonces valdrá la pena que asignes una cantidad mensual a esa inversión. Cuando ya hayas pagado lo que toque, vuelves a eliminar ese concepto de tus "gastos fijos".

4. Qué hago con el resto de dinero: ahorro

Con el total de mis gastos fijos me sobra una buena cantidad de mi sueldo. Parte de esa cantidad va directamente, vía transferencia programada, a mi cuenta de ahorro. Esta cuenta es INTOCABLE a no ser que tenga un gasto muy extraordinario. La gracia es programarla para que sin darte cuenta dejes de poder disponer de esa cantidad en tu tarjeta de débito. 

Hay quien se fija una cantidad de ahorro muy pequeña para poder cumplirla siempre. Yo calculé un mínimo que, en base a mi sueldo, considero que debo ahorrar sí o sí. A partir de ahí lo que hago es modular la cantidad de ahorro dependiendo de si estoy en una época en la que mi prioridad es ahorrar por ahorrar o si necesito acumular dinero para pagar un viaje o cualquier otro proyecto que requiera una suma importante. Dicho de otra manera: puedes crear tantas huchas como quieras pero te recomiendo que calcules un mínimo de ahorro intocable que cumplas bajo cualquier circunstancia (más que nada porque ese es el ahorro real). 

Importante: guarda siempre una cantidad para imprevistos. Cada mes ocurre algo. Siempre, siempre, siempre.  

6. Extra para mí y mi wishlist

En mi Excel, al ladito de mi cuadro de gastos fijos, tengo un listado de todas las "cosas que quiero o necesito" en el que voy añadiendo eso: toooodo lo que me gustaría o que necesito comprar y que no está contemplado en mis gastos fijos. Apunto también su precio. Para que me entendáis, ahora mismo tengo listado: un perfume, cable cargador para el Iphone, mi crema hidratante y el fin de semana en París que tengo previsto para final de mes.

Este método me va genial porque me permite ir repartiendo los gastos mes a mes teniendo siempre en cuenta como tope máximo la cantidad que he asignado al concepto de "extra para mí".

7. Mi herramienta favorita

En mi camino hacia el ahorro he probado apps de todos los colores. Supuestamente te ayudan a entender cómo gastas y en qué gastas pero me molestan tremendamente las mil notificaciones que te envían diariamente. 

Como casi siempre en la vida, lo clásico es lo que va bien: Excel es la solución. Un documento sencillo, súper fácil de modificar y muy visual.

8. Conclusiones

- Lo más elemental es entender en qué gastamos para poder saber en qué podemos ahorrar. 

- La gracia de los "conceptos" es que se adaptan súper fácilmente a nuestras necesidades y pueden añadirse o eliminarse según queramos ahorrar más o menos. Cada uno escoge cuáles son sus gastos fijos.

- Asignar una cantidad concreta a cada "concepto" permite gastar razonablemente pero de forma muy consciente y controlada. 

- Hacer una lista de cosas que queremos o necesitamos ayuda a repartir el gasto y a ahorrar cada mes con cierto margen para caprichos. 


    Ejemplo de cálculo 


*En verde sombreo los gastos de mi wishlist que ya he hecho.

Desde que sigo este método me siento mucho más organizada y responsable y estoy tranquila porque sé que guardo parte de mi sueldo y que eso me permitirá hacer toooodo lo que me hace ilusión: comprar la lámpara que tanto me gusta, viajar cada verano, comprar algo de ropa... Y todo ello sin despilfarrar. 

Espero que os sirva y que me contéis cómo organizáis vuestras fianzas.

Hasta pronto, 

X. 

domingo, 14 de enero de 2018

Sobre mis aprendizajes del 2017

Este mediodía, comiendo con unas amigas, hemos recordado los millones de cosas que nos han pasado durante el año 2017 y nos hemos reído al recordar las tantísimas cosas (buenas y malas) que me han ocurrido, y es que este año más que nunca ha sido un auténtico Dragon Khan.

Y que te pasen cosas implica tener que aprender. Esto es todo lo que yo he aprendido: 

1. Que las dietas sin el mindset correcto no funcionan. Que el cuerpo es listo y terco y no siempre es factible dominarlo. Intenté adelgazar durante el 2016, fue un martirio y además me fustigaba por no conseguir seguir la dieta que me proponían. Para el 2017 me propuse volver a comer con calma y sin presiones. He podido comprobar que desde la tranquilidad y sobre todo comiendo TODO lo que me ha apetecido, he adelgazado y he conseguido volver a sentirme cómoda conmigo misma. 

2. Que hay personas que ni evolucionan ni cambian por mucho que nosotros nos empeñemos en confiar en que lo harán. Por mucho que nosotros nos esforcemos en tolerar ciertas actitudes y en hacer ver que no ocurren. He aprendido que la mejor arma que podemos adquirir un buen trabajo personal que nos permita fortalecernos, madurar y ser más conscientes de las cosas, entender a los demás y reaccionar de forma proporcional a los problemas. Además, hay relaciones que no valen la pena. Y punto. 


3. Que el amor es muuuucho más fuerte que las piedras que las parejas se van encontrando en el camino, aunque es cierto que es imprescindible trabajarlo y cuidarlo, darle prioridad. He entendido que la clave de cualquier relación de pareja es poder empatizar con el otro, contextualizar para conseguir relativizar y ceder, (casi)siempre ceder: ponerle a él o a la relación por delante de tí, de tus proyectos y de tus ilusiones. 


4. Que yo, sin mis válvulas de escape no puedo vivir: pintar, escribir, subir un fin de semana a la montaña o pasar unos días en la Costa Brava son bolsas de oxígeno que me dan fuerza para sobrellevar todo lo que tengo encima (que no es poco). Hay circunstancias que simplemente no podemos cambiar porque no dependen de nosotros y es importante aprender mecanismos que nos permitan llevarlas mejor. 


5. Que el trabajo puede llegar a ser una preocupación enorme que puede llegar a angustiar. Mi lección apredida es que hay que ser valiente para no parar de buscar el lugar en el que nos sintamos a gusto, valorados y realizados. Maybe ello requerirá varios intentos y cierto tiempo pero no vale la pena dedicar tantas horas a un proyecto que no nos llena ni nos satisface nuestra ambición. 


6. Que asumir y aceptar que ODIO ir al gimnasio es un descanso enorme: me ahorro el dinero que vale y sobre todo (y más importante) me ahorro la auto-presión de pensar que debería ir y no estoy yendo. En 2017 decidí desapuntarme del gimnasio en el que llevaba años apuntada y ¡qué alivio! Tengo muchas ganas de tener más tiempo y unos horarios más flexibles que me permitan encontrar un buen centro donde hacer yoga. 



Hasta pronto,

X. 

jueves, 4 de enero de 2018

Mi carta a los reyes magos

Queridos Reyes Magos: 

Parece mentira que ya vuelva a estar escribiéndos. ¡Este año ha pasado volando! Siento que han pasado demasiadas cosas, tantas que no he podido digerirlas todas pero estoy contenta porque me he centrado en lo importante. 

Como sé que os gusta premiar a la gente que evoluciona año a año y que crece, os tengo que decir (aunque supongo que ya lo sabéis porque por eso sois magos) que estoy muy orgullosa del crecimiento que he hecho este año. Estoy tranquila porque, aunque he tenido más tropiezos de los que me habría gustado, he conseguido atreverme a cambiar de trabajo, he aceptado nuevas realidades familiares, he seguido fortaleciendo y cuidando mis amistades y mi relación con J solo hace que mejorar. 

Soy muy consciente de que a veces me equivoco o me despisto. Por eso, este año me gustaría mucho que me trajerais algunas de estas cosas, que me irían genial para encarar este 2018: 

- Mucha perseverancia para implementar ese proyecto que tengo en mente y que sé que será una válvula de libertad vital en mi día a día;


- Paciencia para aceptar mis miedos y mis errores. También un poco de capacidad de perdonarme; 

- Disciplina para ahorrar; 

- Mimos con J cada mañana;


- Un viaje a El Salvador, porque me muero de ganas de conocerlo y me irá genial para acabar de comprener muchas cosas; 

- Tiempo para estar con mis amigas, para esquiar y para pasear con Haddock; 

- Entradas para ir a cualquier concierto. Quiero volver a ir al cruïlla. Estaría genial que convenciérais a Bruce para que hiciera una nueva gira por Europa.  


- Mucha, mucha salud y ganas de hacer deporte, de hacer excursiones y de nadar en el mar; 

- Un jersey de cashmere, porque últimamente estoy mega friolera y porque son un lujo que me encanta coleccionar; 

- Valentía para asimilar cualquier cambio que se me presente;


- Como ha sido un año muy duro, me iría de fábula poder pasar un fin de semana en un Relais Chateaux, por eso de mimarse y porque las escapadas de fin de semana dan la vida; 

- Poder comer con mis abuelos cada miércoles.

Como siempre, dejaré el agua para los camellos en la terraza y también algún dulce y cava para que repongáis fuerzas.

Un abrazo y muuuuuuchas gracias desde ya.



X. 

domingo, 26 de noviembre de 2017

Nuestra ruta por Indonesia

Este verano pasamos tres semanas en Indonesia y aunque no era el destino que yo hubiese elegido (me apetecía muchísimo más ir hacia latinoamérica), después de mucha insistencia por parte de J acabamos comprando vuelos para Jakarta. Volvimos fascinados y encantadísimos de la vida, súper relajados, morenos y con ganas de volver a para explorar las mil islitas que no pudimos pisar.

así de relajados, me refiero

Es un país enorme y lo configuran centenares de islas. Ello hace que planear el viaje pueda ser un poco agobiante: no sabes qué islas priorizar, cuánto tiempo vas a invertir en desplazamientos, si vale la pena comprar vuelos internos o puedes usar ferrys...

Estas son las cosas que aprendimos nosotros:

1. Escoge una zona y no seas muy ambicioso

La guía a Indonesia de Lonely Planet es súper útil pero puede ser un pelín abrumadora: es un tocho y tiene información casi infinita. Mi recomendación es que escojas una zona y te centres en verla bien. Ten en cuenta que los transportes requieren mucho tiempo (los vuelos SIEMPRE se retrasan y los ferrys suelen ser peligrosos de modo que es mejor evitarlos). Mi recomendación es que escojas, o bien la zona de Java-Bali-Lombok, o bien la zona de Papua Nueva Guinea.

Después de mucho pensar e informarnos, nosotros nos decidimos por seguir la ruta más habitual porque al ser la primera vez que visitábamos el país nos apetecía tener la seguridad de llegar a sitios con un mínimo nivel de comfort. Así, volamos a Jakarta (capital del país, situada en la isla de Java), después fuimos a Bali, de allí saltamos a las Islas Gili y finalmente nos atrevimos a cruzarnos la Isla de Flores. Para mí la ruta fue perfecta porque incluía tanto destinos de sol, leer y cervezas como puntos de cultura y de aventura.

Ten en cuenta que una vez allí podrás reservar absolutamente todo. Son muy espabilados y si les pides que quieres ir a hacer, por ejemplo, una ruta por una islita remota, te lo montarán. No te obsesiones con tenerlo todo atado antes de llegar, in situ ves mejor las cosas y puedes valorar mejor los precios que te ofrecen. Nosotros nos pusimos en contacto por e-mail con guías locales que encontramos buscando por internet y una vez allí confirmamos que eso no era para nada necesario.

Mi sitio favorito para ver atardeceres, el Sunset Bar de Gili Air

2. Cómo ahorrar de buenas a primeras 

El mayor ahorro lo encontrarás volando a Jakarta en lugar de volar a Bali. Los vuelos a la capial son sustancialmente más baratos que a Bali. Para nosotros, volar a Jakarta fue la mejor decisión no solo por el ahorro, si no porque en la isla de Java hay dos templos espectaculares que estaban en nuestra lista de musts a visitar (Borobudur y Prambanan). Por lo tanto, win-win.

El segundo ahorro lo encontrarás comprando los vuelos internos con cierta antelación. Una vez hayas diseñado tu ruta, compra los vuelos internos cuanto antes para (i) asegurarte de que tienes plaza - piensa que es un destino súper habitual y que las rutas Java-Bali, por ejemplo, van a tope; y (ii) que puedes escoger los horarios que más te combienen.

El tercer ahorro y muy importante es que, como en cualquier país asiático, antes de comprar algo o de  reservar una actividad, preguntes en almenos 3 sitios. Es alucinante cómo puestecitos de actividades para turistas en una misma calle te ofrecen precios súper distintos para exactamente el mismo producto. Al preguntar en 3 sitios te haces a la idea de por dónde van los tiros y entonces puedes dedicirte por quién te ha dado mejor espina.

El cuarto punto de ahorro está, lógicamente, en dónde cambies el dinero. Igual que para las actividades, nosotros nos recorríamos las casas de cambio porque los precios también variaban muchísimo. Evita cambiar divisa en los puntos más turísticos. Nosotros por ejemplo cambiamos gran parte en Java y después conseguimos buen cambio en Bali, en un punto bastante alejado de las playas más típicas.

Pagar el precio de estas hamacas era una buenísima inversión: menos de 50 céntimos de euro al día

3. Imprescindibles de tu maleta

No puedo emfatizar suficiente lo importante que es llevar una maleta cómoda, si puede ser que no sea rígida y sobre todo que no pese mucho ni sea muy grande. Si eres como nosotros, te moverás de hotel cada dos o máximo tres noches y por lo tanto quieres poder recoger tus cosas en un periquete.

No necesitas más que ropa fresquita y cómoda, bañadores y un buen impermeable porque las lluvias torrenciales son súper habituales.

Esta es mi manera de organizar la maleta, pronto os detallaré cómo lo hago

Para mí otro imprescindible es jabón para la ropa: no quieres llevar durante 15 o 20 días ropa sucia acumulada. Con el calor que hace la ropa se seca muy rápido no cuesta absolutamente nada llegar al hotel y limpiar un par de camisetas y la ropa interior que hayas usado. Nosotros no lavábamos cada día pero siempre que teníamos un poco de tiempo, aprovechábamos para hacer laundry. En este sentido te recomiendo que compres 3 metros de cuerda de escalada finita (en Decathlon) y un paquete de pinzas de tender. Easy peasy.

Escena típica de nuestros baños, convertidos en tendedero

Ni que decir cabe que es importantísimo llevarse un botiquín completo: antibiótico genérico, crema para las picaduras de mosquitos y bichos, un buen desinfectante de heridas y suero fisiológico en monodosis para limpiar heriditas, limpiar los ojos después de cruzar una carretera polvorienta...

4. Cómo compaginar puntos muy turísticos con sitios inexplorados

Como os decía, Indonesia es un país mega turístico. Lo bueno es que aún quedan puntos menos explorados en los que no te vas a encontrar cenando con españoles, italianos e ingleses. Para nosotros, dentro de la ruta que escogimos, que es la que hace la mayoría de gente, era importante buscar ciertos puntos un poco off the route.

De nuestra ruta, Bali y las Gili eran los puntos más típicos y saturados de occidentales. Desde luego vale la pena visitarlos pero necesitábamos algún punto de compensación. Lo encontramos en la Isla de Flores. Más allá de pasar un par de días en un barquito vistando el Parque Nacional de Komodo, que es una actividad muy habitual pero súper recomendable, nostros contratamos a un driver que nos llevó en coche a cruzar toda la isla, de punta a punta. Queríamos subir a un volcán de noche para ver el amanecer desde allí y sobre todo queríamos alejarnos de las multitudes de Bali. Fue una semana en condiciones bastante precarias: no había más extranjeros que nostros (la gente nos miraba porla calle) y hoteles prácicamente no hay. Solo existen pequeños guest houses donde los estándares son indonesios: habitaciones muy sencillas con baños muy, muy básicos. Sin embargo, nos encantó. Flores tiene un paisaje increíblemente bonito y salvaje, vimos muchos animales (desde los dragones de Komodo a tortugas, mantas, mil peces de colores, monos,...) y poderlo explorar sin ningún turista a tu lado, no tiene precio.

Vistas desde el Paradise Bar, en Labuanbajo (pueblo pesquero de Flores)

5. Qué no puedes dejar de hacer

Visita sí o sí, los templos de Prambanan y Borobudur. Puede parecerte que ir hasta allí es una pérdida muy grande de tiempo pero vale la pena. Son impresionantes en belleza y en dimensiones.

Borobudur, aún me alucina.

Pasa 3 o 4 días en las Gili Islands. Nosotros escogimos Gili Air porque dentro de las tres es la mediana, tiene ambiente y restaurantes monísimos pero no es un destino de fiesta como podría ser Trawangan. En las Gili no dejes de ir a ver el atarceder ni de apuntarte a un día de snorkelling: verás corales increíbles y nedarás con tortugas por un precio ridículo.

La emoción de nedar con tortugas es impagable.

Ve sí o sí a la Isla de Flores: no puedo recomendarlo más, de verdad. Pasar tres días en un barco con otra gente es divertidísimo y te hace salir de tus comodidades habituales. Y ya ni os repito lo bonito de ir pasando por carreteras llenas de selva y volcanes. Subir el Kelimutu de noche y ver el amanecer es de lo más precioso que he viso nunca.

El cráter del volcán Kelimutu, amaneciendo.

Reduce tus días en Bali: Bali es bonito, no lo negaré, pero si sólo hubiera hecho el típico combo de Bali-Gili Islands mi opinión sobre Indonesia sería muy disinta a la que tengo habiendo visitado Flores y Java. Para nosotros es un destino donde es difícil tener contacto con la vida real indonesia. Hay hoteles súper chulos, restaurantes deliciosos y beach clubs de lo más pero da la sensación de poder estar en Miami, Los Ángeles o Barcelona: lo que haces en Bali lo podrías hacer en muchos otros sitios del mundo. Si bien después de estar en sitios más precarios uno agradece quedarse unos días en un hotel mejor, creo que no vale la pena estancarse en esta isla. No dejes de ir porque el ambiente es muy cool y hay puntos veraderamente bonitos pero tampoco la priorices porque encontrarás islas mucho más interesantes y con menos guiris como tú (my opinion).

Trata de buscar actividades un poco distintas, como este bike tour que hicimos en Ubud.

Y vosotros, habéis estado en Indonesia? a dónde tenéis pensado ir próximamente?


Hasta pronto,

X.